Cerca de 300 rocieros visueños completan su primera romería como hermandad filial 121.
Como todo lo que empieza, acaba, este viernes por la noche los rocieros de El Viso regresaban a casa. En sus rostros, esa semblanza resultado de nueve días de absoluta felicidad, de mucha emoción, de llanto contenido y también lágrimas sueltas, de sensaciones difíciles de narrar y de contar, de mucho amor y cariño. Pero todos coincidían en que había merecido la pena. Y tanto. Dieciocho años esperando a que se produjera un Rocío en el que El Viso peregrinara como hermandad filial. La 121.
“Deseábamos mucho este momento y gracias a Dios lo hemos podido conseguir. Ha sido un sueño hecho realidad”, comentaba José Fernando Santos Torreño, Hermano Mayor de la hermandad de El Rocío de El Viso. “La gente de Almonte nos ha dado la enhorabuena”, añade. Porque se ha dado ejemplo. Momento culmen fue cuando el Simpecado llegaba a la Ermita de El Rocío y sonaba por vez primera el nombre de El Viso como hermandad filial.
“El Viso con su carreta y su gente se ha postrado ante la Virgen y para nosotros es un motivo de inmensa alegría. Nuestra felicitación para todos los rocieros de El Viso”, indicaba Juan Ignacio Reales, presidente de la Hermandad Matriz. Tras la presentación, el Simpecado de El Viso se separaba del de la hermandad de El Salvador de Sevilla, su madrina y que despedía así a sus hermanos visueños. “Es como si se nos va un hijo”, entre lágrimas.
Ya de vuelta, en la explanada de la Feria de Sevilla, donde hace 25 años Juan Pablo II ofició una multitudinaria misa, Alberto Jaime Manzano, vicario parroquial de la de Santa María del Alcor, oficiaba la primera misa de camino con la carreta de la hermandad de El Viso ya en solitario y tras la despedida oficial de la hermandad madrina de El Salvador. Y este viernes por la noche, ya en la localidad, los más de 300 rocieros visueños regresaban a casa. Ahora toca recordarlo de por vida y contarlo para siempre como se cuenta una primera vez.