Empiezo el año recordando a un personaje al que tuve el placer de conocer, destacándolo por haber sido un hombre bueno, sencillo, creyente y prudente, me refiero a Salvador ‘Galaní’. Nació Salvador en nuestro pueblo el día 14 de mayo de 1924, hijo de José Roldán y Josefa Cordero. Fue el menor de siete hermanos, nació, vivió y murió en la casa número 46 de la calle Manuel Jiménez León. Su niñez fue como la de muchos niños de su época, trabajar desde que pudo, asistir poco a la escuela, pero siempre con un sentimiento de creyente, que fue el motor de toda su vida. Me comenta su sobrina y heredera de sus colecciones, Mercedes Romero Roldán, colecciones que más adelante explicaré, que su primer trabajo consistía en vender por las huertas y haciendas artículos de quincalla y mercería. Siempre caminando con dos canastos, uno en cada brazo, en uno llevaba la mercancía y en el del otro brazo lo traía lleno de huevos y pollos, que era la moneda de cambio que más se utilizaba en esos momentos, huevos y pollos que después él vendía a las recoveras, que a su vez lo llevaban a Sevilla. No es exagerar, pero Salvador llegaba a todas las huertas de El Viso y Mairena, y muchas haciendas de Carmona. Su meta era la hacienda de Medina, atravesando lo que hoy es la carretera directa Sevilla Madrid. Cuando llovía o hacía mal tiempo pernoctaba en la finca que le pillara haciendo noche en cuadras al calor de los animales y en el interior de los pajares.
Su segundo trabajo consistió en vender pan por nuestro pueblo vecino de Mairena, con un asno y su correspondiente angarilla, por cierto, que el pan era de la panadería mairenera del ‘Horniga’. Como Salvador era un amante de la fotografía, sus sobrinos conservan fotos de quinquillero con sus canastos y vendiendo pan en la calle Ancha de Mairena. Entre trabajo y trabajo a Salvador le encantaba colaborar con la parroquia y con el convento de las Madres Teatinas de nuestro pueblo, me sitúo a mediados de los cincuenta del siglo pasado. Montaba altares, para lo cual tenía un gusto exquisito y colaboraba en las primeras cabalgatas de Reyes Magos y en las tómbolas que la Parroquia y Cáritas ponían durante las fiestas de la Cruz de Mayo, en la esquina de ‘El Cano’, en la actual Avenida República de Nicaragua y durante la celebración de la Romería a Santa María del Alcor en la calle Rosario.
Recuerdo una anécdota muy graciosa. Resulta que la última tómbola que se puso en nuestro pueblo fue cuando se trasladó allá a primero de los años 60 al Sequero. Salvador lo organizó todo, se liaban las papeletas sin premio y las que contenían premio, para después ir ligándolas en las urnas de ventas. Ocurrió que el primer día se abrió la tómbola, pero al no estar presente Salvador, no se ligaron con las que contenían premio y empezaron a comprar papeletas y no tocaba nada, cuando llego Salvador y vio lo que estaba pasando, empezó a ligar los boletos con premios y pudimos salvarnos del bochorno que estábamos a punto de padecer. De su dinero pagaba muchas flores para adornar los alteres tanto de la Parroquia como del Convento. Salvador encuentra un nuevo trabajo, en este caso va recomendado para trabajar como mayordomo o más bien como mozo de comedor en la hacienda Nuestra Señora de la Luz en Mairena del Alcor, residencia preferida de los Condes de Chiris, oriundos de Francia. El Conde Chiris Don León A. de Chiris D`Escragnolles, Caballero de la orden de San Lázaro de Jerusalén contrajo matrimonio con Anne Marie Guilly, de no menos ilustre prosapia, pues desciende de un noble caballero de Saint Michel, y por línea materna de los Frich, nobles del Santo Imperio, y de los barones Roszmskide Prusia. La condesa de Chiris cultivaba la literatura, adoptando el seudónimo de AnneCirie. Tiene publicada varias obras, novelas, libros de versos, cuentos, donde la imaginación de la escritora se desborda en bellísimos perfiles. He creído oportuno hacer una pequeña biografía de los Condes de Chiris, ya que nuestro amigo Salvador ‘pasó’ a ser parte de esa familia.
En mayo de 1968, Salvador se encuentra en París al servicio de los Condes de Chiris. En ese mes y año se inicia el movimiento del Mayo francés o Mayo de 1968, se conoce este evento por la cadena de protestas que se llevaron a cabo en Francia, especialmente en París durante los meses de mayo y junio de 1968. Al movimiento estudiantil inicial pronto se unieron grupo de obreros industriales, los sindicatos y el Partido Comunista Francés dando como resultado la mayor revuelta estudiantil y la mayor huelga general de la historia de Francia y posiblemente de Europa occidental desde la II Guerra Mundial, secundada por más de nueve millones de trabajadores. El movimiento estudiantil tuvo influencias del movimiento “hippie” que se extendía entonces por el mundo. Ante tanta revuelta los Condes de Chiris se trasladan a Suiza y allí se traslada con ellos nuestro personaje. Me acuerdo perfectamente que estando yo trabajando en Correos, llevaba cartas tanto de Francia como de Suiza a su familia en El Viso. La Condesa de Chiris no profesaba la religión católica, era evangelista, Salvador presumía de haberla convertido al catolicismo. Me atestiguan amigos de él que la manera de convencerla fue el ejemplo que recibía de su mayordomo, Salvador se retiraba en su tiempo libre a rezar el Santo Rosario y se pasaba mucho tiempo rezando y meditando, la Señora echaba de menos que en su iglesia no había sitios de rezo, meditación y contemplación de la Santa Eucaristía. Son pocas las personas que puedan presumir de haber convertido a la religión católica a personas ateas o de otras creencias.
Me cuentan una anécdota de la que Salvador es el artífice. En los años 50 del siglo pasado, cuando no había tanatorios y una persona forastera fallecía en la calle, bien buscando trabajo, mendingando o de paso por el pueblo, siempre había alguien que cogiera una bandeja y fuese casa por casa pidiendo para darle una honrada sepultura. Un día, después del fallecimiento de Salvador, se presentó en su casa un hombre, llamó a la puerta, su sobrina le atendió desde la cancela, ya que no lo conocía y le dio miedo, el hombre preguntó por Salvador y su sobrina le contestó que había fallecido. El hombre tras darle el pésame le dijo que venía a darle las gracias porque su tito le hizo un día un gran favor. La sobrina le preguntó que de qué favor se trataba y él le contó que un día de paso por nuestro pueblo, en la calle El Monte, sucedió que su madre que le acompañaba, se desplomó y falleció. Todos los vecinos acudieron en su ayuda, pronto se pusieron en marcha para pedir para el entierro, pero surgió un problema, ¿dónde velar al cadáver?, en este punto Salvador dijo sin pensarlo: «El velatorio será en mi casa», y así fue. No todo el mundo se ofrece a velar un cadáver, sin ser ni familia ni conocido en el portal de su casa. El hombre le dio las gracias a su sobrina y se marchó triste. Salvador fue así de sencillo y humilde, ayudar al prójimo, era una constante en su persona.
Vuelvo a su trabajo con los Condes de Chiris. El Conde falleció en 1981, Salvador siguió al servicio de su casa alternándola en la hacienda de Nuestra Señora de la Luz en Mairena y la casa de su hija Isabel (condesa de Lebrija) en Sevilla. Así estuvo al servicio de la casa durante más de veinte años. Acercándose su jubilación, se dio cuenta de que sus cotizaciones a la seguridad social eran pocas, por lo que cambia de trabajo y se coloca en la fábrica de aceites La Española, en la vecina localidad de Dos Hermanas, allí trabaja como jardinero hasta su jubilación. Le quedó una pequeña paga, pero Salvador con poco se mantenía, vivía con su hermana Natividad, que era soltera, y con su sobrina Mercedes Romero Roldán. En su tiempo de jubilado viajó mucho en compañía de la familia de Manuel Guerrero (Sacristán), sobre todo como a él le gustaba, visitando iglesias, ermitas y disfrutando de la Semana Santa.
Entre sus aficiones, nuestro amigo desde muy temprana edad, disfrutaba de dos cosas: la fotografía y las colecciones. En cuanto a la fotografía, consiguió en los años 50 del siglo pasado una colección de fotos muy valiosa para la memoria de nuestro pueblo y entre las colecciones, en las que invertía poco dinero, son objetos que su sobrina conserva con mucha satisfacción. Coleccionó cosas simples, yo tuve la suerte de que, en vida de él, me las enseñó. Prospectos de cine y de espectáculos, tanto del Cine Jardín del Viso, como del Palacio Cinema de Mairena y algunos de Sevilla y otras poblaciones. Llaveros publicitarios, cajas de cerillas, pitillos de tabaco, uno a uno de distintas marcas, en un cartón, usando un elástico, pero su más interesante colección era de estampitas de Jesús, la Virgen, Santos, Beatos y altares. Con la paciencia de un hombre sencillo y laborioso, fabricaba a cada estampa un marquito de cartón o de madera y las conservaba, leía y leía las oraciones de que cada estampa y pedía por los más desfavorecidos.
El día dos de enero del año 2011 nos deja para siempre. Para hacer este pequeño homenaje a Salvador, he tenido la colaboración de sus sobrinos Mercedes Romero Roldán y Selu Roldán Oliva, también me ha servido de mucha ayuda personas que le conocieron y fueron sus amigos como Manuel Marchena Santos, Juan Franco, Diego López Vergara, y de su primo Francisco Roldán “Galaní”, a todos ellos les quedo muy agradecido.
José María López Moreno