María Cantarero González

Es mi deseo dedicarle este rincón de la memoria a la mujer trabajadora, mujer trabajadora sin nómina, sin vacaciones y sin pensiones. Busqué entre muchas y encontré a María Cantarero González. En ella vi reflejada a todas las mujeres trabajadoras de su tiempo, madre de familia numerosa, trabajadora y con una historia muy interesante para contarla. Me reuní con su hijo Rafael y después de tener una conversación sobre su madre, tomé nota de muchas cosas y me decidí a contarla.

Nos situamos en tiempos del reinado de Alfonso XIII. Presidía el gobierno de España Eduardo Dato, y en un pueblo de la provincia de Córdoba, concretamente en Bujalance, nace una niña el día 27 de septiembre de 1915, hija de Manuel Cadenas Serrano y de Carmen González, fue la tercera de cuatro hermanos: Manuel, Carmen, María y Rafael.

Su padre estudio en el seminario de Córdoba, pero con el tiempo descubrió que lo suyo no era ser sacerdote. Se sale, se enamora de Carmen y se casan. Hombre culto y bien educado, así María fue una mujer que sabía leer y escribir y tenía como norma usar la educación que recibió de sus padres, la urbanidad de su tiempo. El 16 de febrero de 1936 se celebran elecciones en toda España a las que concurren dos grandes coaliciones de partidos. el Frente Popular y el Frente Nacional. En la provincia de Córdoba vence el Frente Popular. Tras los comicios se renovaron algunos de los Ayuntamientos con gestoras formadas por miembros del Frente Popular.

Para el mes de julio la situación social en la provincia era tensa y el día 18 de este mes se produce en muchos puntos de España el golpe de Estado militar dirigido por el General Mola. Ese mismo día a las cuatro de la tarde se proclama el estado de guerra en la provincia de Córdoba. La situación en la provincia se muestra favorable para los golpistas tras ser dadas las órdenes a los distintos cuarteles de la Guardia Civil en los pueblos. Algunas excepciones fueron el bastión anarquista de Bujalance, donde la Guardia Civil se puso al servicio de las autoridades republicanas.

Al estallar la Guerra Civil en julio de 1936, guerra que costó la vida a muchos españoles, y que sembró de miseria al país durante muchas décadas, España quedo bajo una dictadura que duro más de lo esperado. En nuestro pueblo unos huyeron, otros se alistaron en el Bando sublevado (nacionales) y otros se unieron al ejercido republicano. Es el caso de un visueño, se trata de Antonio Cadenas Salvat, conocido como ‘El Cote’, que se fue al frente de Córdoba, concretamente a Bujalance.

Durante la guerra civil española, el denominado Frente de Córdoba constituyó durante toda la contienda una zona de combates constante, alternándose con una Guerra de posiciones que duró prácticamente hasta el final de la Guerra. Es en Bujalance donde nuestro paisano Antonio se enamora de María, contrae matrimonio civil en Manzanares. Fruto de esa unión fue el nacimiento su hija Rosario.

Pero en una ofensiva del ejército nacional, ya dirigido por el General Franco a finales de 1936, toman varios pueblos, entre ellos Bujalance el día 20 de diciembre, obligando a replegarse a las tropas republicanas, formadas por anarquistas y milicianos. A finales de marzo de 1939 las tropas franquistas, a las órdenes de General Yagüe, entran en todos los pueblos de la zona, contándose por millares los prisioneros, que abarrotaban los campos de concentración. Se pierde la pista de Antonio, y su mujer una vez terminada la guerra coge a su hija y la maleta y se dirige a nuestro pueblo buscando a la familia de su marido. Al llegar resulta que la familia tampoco tenía noticias de su paradero, por tal motivo vuelve a Bujalance.

Al poco tiempo aparece Antonio en nuestro pueblo procedente de la cárcel de Alicante. Allí conoció al poeta Miguel Hernández, encuentro que le llenaba de satisfacción. Cuando llega su familia le comenta que su mujer vino desde Bujalance con su hija y él se traslada hasta allí. Hasta el año 1945 vive en Bujalance y en ese tiempo nacen dos hijos más: Carmen, que falleció con dos años de edad, y Ramón, que falleció en El Viso cuando contaba 11 años. Años de poco trabajo, hambre y miseria, por eso se trasladan a nuestro pueblo.

Llegan a nuestro pueblo y viven en la calle Isaac Peral 35 (calle del Huerto), casa familiar de Antonio. Llegan más hijos: Manuel, Carmen, Antonio ‘el Mimi’, que falleció a los 52 años, Rafael, José María, Ramón, Salvador, que falleció a los 54 años de edad, Francisco y Luis. Como era costumbre en esa a época, cuando moría un niño y se tenían otros se volvía a repetir el nombre, así ocurrió con Carmen y Ramón. En nuestro pueblo la situación no es más favorable, pero María se esforzaba para criar a sus hijos y además inculcarle educación y respeto hacia los demás.

Recuerdo que en las escuelas nacionales de los años de la posguerra y en los años 50, cada maestro tenía más de sesenta alumnos por clase, pero cuando llegaba el tiempo de la recogida de la aceituna y del algodón, las clases menguaban más de la mitad. María y toda su prole se desplazaban a cualquier parte de Andalucía para la recogida de la aceituna y del algodón, Antonio casi siempre iba encabezando y era el encargado de preparar el rancho. Cuando no había trabajo en el campo, su marido y sus hijos mayores se dedicaban a la recogida de los espárragos y era María quien iba de casa en casa ofreciéndolos, incluso en algunas tiendas de comestibles usaba el intercambio por alimentos, el trueque.

Llegan los años 50, el nacional catolicismo tenía mucha fuerza y mucha influencia. María recurría no a la mendicidad, pero si a pedir ayudas por las casas de las familias más pudientes, me recuerda su hijo Rafael que él la acompañaba a la hora de recoger mantas que el Ayuntamiento proporcionaba a cada familia según sus necesidades, a recoger algunos juguetes que en las primeras Cabalgatas se repartían y hacer colas para recoger la leche en polvo, el aceite de girasol y ropa que la ayuda americana hacía llegar a través de Cáritas. María tenía que echarse para adelante, todo por sus hijos.

En esos tiempos cuando era párroco Don Miguel Ferrero, la presión de la situación de su familia era preocupante, pero que no estuvieran casados por la iglesia y que sus hijos no estuviesen bautizados era, según en ese tiempo, estar en pecado mortal, tanto es así, que María tuvo que convencer a Antonio y en el mismo día contrajeron matrimonio eclesiástico y se bautizaron todos sus hijos. Don Miguel el párroco fue un hombre muy echado para adelante, tenía ganas de trabajar para los demás, y en su casa, en la calle Palop, montó una residencia para los niños más desfavorecidos. Allí tenían cama y comida, los hombres y jóvenes de Acción Católica se desplazaban por las huertas y comercios recogiendo alimentos para esta obra, una vecina que vivía enfrente de la casa hacía de cocinera, en ese sitio también estuvieron el tiempo que duró algunos hijos de María.

La familia estaba muy unida, tanto que con trabajo y esfuerzo pudieron quedarse con la casa familiar de la calle el Huerto, dándole a los demás herederos su parte. También adquirieron un solar en la calle Pozo, que en la actualidad es de uno de sus hijos. Compraron un solar en la calle del Huerto y lo empezaron a trabajar entre toda la familia, sin distinción de hombres o mujeres, que fue vendido para poder obrar y ampliar la vivienda de la familia.

Como decía al principio, María siempre daba la cara en el trabajo, en los comercios haciendo el trueque, ella siempre iba por delante, procuró y consiguió salir de la pobreza de esos años, cosa que no todas las familias pobres consiguieron. Por mi experiencia durante muchos años al frente de Cáritas Parroquial, puedo decir que cuesta mucho trabajo y mucho esfuerzo salir adelante y progresar, no solo una persona, mucho más difícil es sacar adelante a una familia numerosa.

Enviudó el año 1982, ya por esa fecha, sus hijos se hicieron grandes y muchos formaron sus propias familias. María, una mujer de ojos claros, que sabía sonreír aún en los acontecimientos más difíciles y que tenía un trato agradable y exquisito, cosa que puede decir porque traté en algunas ocasiones y me dejo un bonito recuerdo. Muere María el día 21 de abril de 1999, no llegó a conocer el nuevo milenio, pero sí conoció a veintitrés nietos y un bisnieto, también conoció a unos hijos, ya mayores, buenos trabajadores y buena gente. El tiempo lo consigue todo, hoy su familia está repleta de nietos universitarios, profesores y buenos trabajadores.

Cuantas cosas se podrían contar de la historia de María, no sería un reconocimiento a la mujer trabajadora, esta historia se convertiría en una novela, y como decía al principio, mujer trabajadora sin derecho a nómina, ni vacaciones y mucho menos llegar a ser pensionista. Una mujer que vino de afuera, se hizo visueña, y que sembró de ‘Cotes’ nuestro pueblo.

José María López.