Crimen espantoso en El Viso del Alcor

Calle Real.

El inicio del siglo XX poco se diferenció del final de la centuria anterior en nuestra localidad. Al igual que en el resto del país, la circunstancias socio económicas de gran parte de la población era lamentables, con unos índices de analfabetismo tremendos y donde los “remedios” de los distintos gobiernos no eran capaces de sacar España de la situación de crisis en la que se encontraba, particularmente tras la crisis del 98. El fraude electoral, el clientelismo, los pucherazos, y la alternancia entre conservadores y liberales, marcaban la agenda política.

Desde finales del ochocientos, en El Viso del Alcor tanto liberales como conservadores pertenecían a la misma familia. Estas diferencias políticas ocultaban identidades sociales. Parece ser que el pueblo para diferenciarlos les daba apodos dependiendo de sus aficiones. Por una parte los “garrochas”, que eran los liberales, aficionados a la doma, y por otra los “ciervos”, apodo de los conservadores, a quienes gustaba la caza.

Iniciado el año 1900, sería Pelayo Jiménez León quien dirigiese los destinos del consistorio como alcalde. Pertenecía a las filas conservadoras y estuvo en el cargo hasta 1906. Uno de los principales problemas a los que tuvo que enfrentarse fue el de la situación de paro y hambruna de muchos jornaleros y familias visueñas. En este ambiente que hemos descrito de forma breve, tuvo lugar un desagradable y desgraciado hecho, propio de alguna de las novelas de la escritora Agatha Christie.

Corría marzo de 1901. El día nueve, a eso de las siete de la tarde, a la caída de la noche, se cometía un terrible crimen. Según parece, varios individuos entraron en la casa del entonces secretario del Ayuntamiento, Mario Jiménez, en la calle Real, con las intenciones de robar en el interior de la misma. Una vez dentro, encontraron en la cocina a una mujer mayor, que era la criada Dolores Bonilla Roldán, a la que sujetaron de pies y manos, degollándola de forma brutal. Los asesinos pusieron patas arriba la casa del secretario, descerrajando muebles, en la búsqueda de dinero, pero parece que oyeron ruidos abandonando su propósito y huyendo del escenario del crimen.

Mario Jiménez volvía a su casa acompañado del médico Eugenio Burgos. Tras llamar y viendo que nadie atendía la llamada ni sus respuestas, penetró a su domicilio por una casa contigua, siendo acompañado de algunos vecinos. Una vez dentro, pudieron contemplar una escena horrorosa. La anciana mujer yacía muerta en un charco de sangre, con la cabeza seccionada del tronco. En la cocina se hallaron sobre la mesa paños ensangrentados, con los que los asesinos se habrían limpiado las manos. Este hecho parece que produjo una profunda sensación en la comarca, tal como recogía la prensa de la época.

La Guardia civil se puso rápidamente manos a la obra en la búsqueda de los criminales y el juzgado instructor iniciaba las diligencias para averiguar quién fue el asesino. Tal fue así, que dos días después se daba conocimiento de la detención de seis personas, que se creía estaban implicadas en el crimen de la mujer. Entre las pruebas, prendas llenas de sangre que encontraron en la casa de uno los supuestos asesinos. Un mes después, en el mes de abril, la prensa recogía en sus páginas “Ha sido detenido en Viso del Alcor, el sereno del pueblo, José Muñoz Ojeda, presunto autor del asesinato de una infeliz anciana. Sometido a un minucioso interrogatorio, confesó su culpabilidad”.

Baldomero Alba Lara
Profesor de Geografía e Historia