40 años de ayuntamientos democráticos

Qué bonita es la primavera cuando llega de verdad: “en abril aguas mil”. Y qué bonita es la democracia cuando se celebra en paz y unidad

En la noche del 3 de abril de 1.979 se inició la vigente andadura democrática de los ayuntamientos españoles. En El Viso, el resultado de aquella jornada electoral tan ilusionante, daba la oportunidad de pactar un gobierno de cambio a los dos partidos de izquierda que habían presentado candidatura, el Partido Comunista de España (PCE) y el Partido Socialista de Andalucía (PSA). Sin embargo, era tal la ilusión y la conciencia sobre la gran necesidad de transformación del municipio y la mejora de las pobres condiciones de vida de una gran parte de la población, que nadie, ninguna formación, ni siquiera por estrenarse el parlamento municipal, priorizó la acción en el debate y la confrontación política… Estaba tan presente en el ánimo de todos que el bien común, nítidamente identificado en necesidades muy urgentes, debía ser la única preocupación y objetivo, que, por generosidad y clarividencia de los partidos, se formó un gobierno en el que participó también el centro derecha, representado por la Unión de Centro Democrático (UCD); un gobierno, en el que todos los concejales asumieron al menos una delegación; un gobierno, que no tuvo oposición.

El acuerdo, ya sorprendente en aquel momento,hoy resultaría inverosímil. Y El Viso creció y cambió como nunca; y ocurrió sin graves enfrentamientos, sin agrios plenos, sin pérdidas de respeto, etc. Esta narración delos hechos puede sonar como cuento de un mundo perfecto; pero hasta yo, que entonces no era más que un chiquillo de 9 a 13 años, recuerdo perfectamente que fue así como despegó mi pueblo con la democracia, envuelto en un sinfín de iniciativas imaginativas a las que todo el mundo arrimaba el hombro… En la segunda legislatura, una mayoría tan absoluta como injusta, pues fue solo al partido del alcalde al que se le reconoció un éxito para el que habían trabajado todos, generó un mal ambiente que dio al traste con aquel inicio idílico; y El Viso, como tantos pueblos, se sumió paulatinamente en la dinámica de la dura confrontación partidaria que se ha mantenido hasta hoy.

En la pasada noche del 3 de abril,tuve la suerte buscada de asistir a la celebración del 40 aniversario de aquel momento histórico con un evento que, muy acertadamente, organizó el Excmo. Ayuntamiento de El Viso. Celebración en la que, para satisfacción de los asistentes, no solo se conmemoró aquel triunfo de la democracia, sino que se reeditó, aunque solo fuera por salvar el grato momento, el espíritu conciliador y de concordia de aquellos primeros años «vírgenes» de nuestra andadura en libertad. De ahí la frase con que he encabezado el texto. Ver unidos compartiendo estrado a los cinco alcaldes y alcaldesa que nos han gobernado a lo largo de ya tantos años, dando, junto a los portavoces de los partidos, tan buen ejemplo de extraordinario de respeto, de reconocimiento de errores propios y méritos del adversario así como de lo absurdo que revela el paso del tiempo algunos episodios pasados,de llamamientos a la causa del bien común por delante de la competencia política, etc.y todo expresado en un tono tan deseable y tan alejado del que en el mismo salón se respira con ocasión de cada sesión plenaria; te hace recuperar o ensanchar la confianza en la clase política, y pensar que sigue siendo posible su desempeño sin necesidad de tanta beligerancia dialéctica.

Con el pudor que me provoca expresarme en estos términos, pues no me considero legitimado para dar lecciones de moral a nadie, me atrevo a decir que creo que es mucha la gente que, a todos los niveles, lleva tiempo esperando un giro social y político que vuelva a situar claramente el objetivo máximo en el bien común; un giro que convierta a la clase política en ejemplo de civismo, tolerancia, igualdad y respeto, induciendo un nuevo ambiente que haga fácil llegar a acuerdos ante los graves retos y peligros que nos acechan. En definitiva, un giro que destierre para siempre esas formas tan poco edificantes del discurso político, que convierten los debates en refriegas que solo consiguen: que la discusión parezca más personal que ideológica o de defensa de la acción política; que los malos modos sean asimilados por una parte de la población dificultando la convivencia; o que se canse, en una pérdida de credibilidad muy peligrosa, a otra gran parte de la ciudadanía, que termina por pasar de la política o emitiendo votos de castigo que favorecen a opciones, digamos que, cuando menos, «pintorescas».

En el marco de la política municipal, con esa agónica falta de recursos tan injusta como difícil de solucionar, que casi no deja margen de actuación más allá de poder llegar a cubrir el gasto de los servicios básicos, del personal, o de la atención a las necesidades perentorias que la población demanda cada día; qué sentido tiene, cuando son tan evidentes las necesidades, la recurrente escenificación de esa contundente y a veces grosera confrontación. Cuesta decir esto, porque cuento con muchos y buenos amigos y amigas que generosamente han formado parte de las sucesivas corporaciones municipales visueñas; pero estoy convencido, y algunos me lo han reconocido en privado, que no es necesario trasladar al público tanta acritud, tanto desencuentro, tantas afrentas... máxime cuando se trata de poblaciones en las que aún somos casi todos familia, amigos, vecinos, o conocidos…

Con esa única intención, la de hacer un llamamiento a la responsabilidad,a la razón, a la sensatez, a las buenas costumbres, a la buena educación, y a la salvaguarda de la convivencia pacífica y armoniosa; han brotado estas reflexiones que creo a bien hacer públicas habida cuenta de que estamos ya inmersos en días de campañas electorales, en los que sería muy deseable volver a revivir, por difícil que parezca, el espíritu de aquel 3 de abril de hace cuarenta años, tan felizmente reeditado la noche del último 3 de abril, en una celebración que no debió perderse ningún visueño o visueña. En la mano de todos está conseguirlo, para que sea el pueblo, solo el pueblo de El Viso, el que gane.

¡Feliz primavera, y feliz democracia!

TEXTO: Aurelio Bonilla